La mente de los niños en la línea de fuego Blog COCAP





Comportamientos autolesivos
Humberto Lorenzo Persano MD; Doctor

Psicoanalista de Formación y Supervisión - APA

La autolesión es un fenómeno clínico común en muchos pacientes adolescentes y adultos jóvenes. El aumento observado actualmente en la incidencia de conductas autodestructivas puede estar relacionado con características de nuestro mundo contemporáneo y revelar un profundo malestar entre los jóvenes. 

Hoy en día es común que los adolescentes vean a sus pares hacerse daño en las redes sociales, y esto ha contribuido a un aumento de las conductas autolesivas en la adolescencia. Este fenómeno les permite identificarse entre sí y replicar estas situaciones de violencia en una coreografía masoquista. Los adolescentes pueden ser particularmente vulnerables al contagio social, debido a la intensidad con la que buscan un sentido de identidad y pertenencia.

Además, existen una serie de dinámicas intrapsíquicas, familiares y sociales potenciales asociadas con la autolesión. La autolesión se ha asociado con trastornos de personalidad y depresivos, psicosis, trastornos alimentarios y abuso de sustancias. La presencia de conductas autolesivas es un indicador predictivo de conducta suicida, especialmente en poblaciones vulnerables. Las personas con déficits de representación, modos impulsivos de funcionamiento psíquico y dificultades con la regulación de la autoestima tienen más probabilidades de autolesionarse.

Los episodios de autolesión son más comunes en las adolescentes que en los hombres y pueden representar un ataque a la sexualidad femenina emergente. También existe una correlación con los síntomas disociativos. Los pacientes tratados por autolesión a veces muestran poca capacidad para recordar cómo ocurrió la autolesión o qué sentimientos experimentaron durante el episodio. Cuando los pacientes pueden recordar estas experiencias, suelen utilizar frases como; “No sé qué me pasó, no aguanté más y me corté, reaccioné cuando vi la sangre…”

A nivel familiar, en muchos lugares del mundo las familias están expuestas a la precariedad y la violencia. Esto puede conducir a la agresión doméstica, que a su vez puede aumentar el comportamiento agresivo en niños y adolescentes, quienes a menudo dirigen la agresión contra ellos mismos. La agresión doméstica está vinculada a experiencias traumáticas infantiles, y el yo del bebé puede revestirse de una mayor cantidad de agresión que de libido erótica. Además, la incapacidad tanto de la familia como de la sociedad para establecer un escudo eficaz para proteger el desarrollo de la psique del niño, junto con el aumento de las relaciones interpersonales perturbadas, perturba la regulación de la agresión. Todos estos factores contribuyen a un aumento de los comportamientos autoagresivos en las familias y en las culturas en general.

La autolesión es una forma de comunicar, a través de la acción, el dolor psíquico y la autovulnerabilidad. La autolesión proporciona un medio de alivio efímero a través de una descarga psíquica y somática. Durante las conductas autodestructivas, emergen aspectos escindidos del yo, desconocidos para el sujeto. A pesar de los rasgos masoquistas de estos actos, pueden ser una oportunidad para reconocer aspectos insondables del propio ser. 

La autolesión se asocia con la agresión afectiva que se desencadena por emociones como la ira, la tristeza y el vacío. A esta condición se asocia el papel del masoquismo arcaico, y es una forma de identificación con un agresor. Algunas personas que se autolesionan utilizan el masoquismo para afrontar, sin éxito, diferentes tipos de conflictos. En la práctica clínica hemos visto estas manifestaciones especialmente ante conflictos desatados por situaciones de abandono real o imaginario. Estos pacientes tienden a utilizar mecanismos de defensa inmaduros y arcaicos ligados a patrones de acción que vuelven contra sí mismos ante la aparición de escenas dolorosas no procesadas. De este modo, el masoquismo se entrelaza con fenómenos de agresión, impulsividad y violencia. 

La autolesión también se asocia con fenómenos adictivos. Las conductas adictivas implican una compulsión repetitiva y una búsqueda inconsciente de recompensa. Esta dimensión adictiva se observa en personas que se lastiman repetidamente en la muñeca y los antebrazos, así como mediante la ingestión repetida de drogas o amenazas de suicidio. Aunque toda expresión de comportamiento es arriesgada, la sensación de recompensa por ser atendido es intensa y, por tanto, estas expresiones tienden a repetirse. También pueden estar relacionados con la pulsión de muerte. Al infligir situaciones dolorosas y punitivas al propio cuerpo, el sujeto puede someterse al impulso de la no existencia. 
La dimensión ética del conflicto es la fuente de una tensión insoportable entre el yo y el superyó. En algunos casos, la percepción de fracaso por no alcanzar un ideal se manifiesta como una agresión dirigida impulsivamente contra uno mismo o contra una parte del cuerpo, mostrando componentes masoquistas y narcisistas. Todas estas manifestaciones están asociadas a expresiones como “no pude más”, que denota un sufrimiento psíquico extremo y una necesidad de liberación masiva de sentimientos dolorosos.

En la sociedad contemporánea, la violencia no es sólo física sino que también se expresa a través de la discriminación social. En la cultura actual, la discriminación social adopta diversas formas, y el ciberacoso actúa como un potente amplificador. Los casos de discriminación social violenta pueden convertirse en catalizadores para que las personas adopten conductas autodestructivas.
Los episodios de acoso entre pares exacerban aún más el problema. Los adolescentes y jóvenes pueden recurrir a comportamientos autodestructivos en un intento de manifestar su descontento con los valores sociales problemáticos. La experiencia de ser marginado es un fenómeno social, pero también impacta de manera narcisista a los adolescentes. Puede resultar en una sensación de yo dañado. Es decir, los sentimientos de humillación generados por estas cuestiones sociales, se entrelazan con esta ofensa narcisista, llevando a estos adolescentes por el camino de situaciones masoquistas autodestructivas.

Comprender estas situaciones complejas requiere un marco teórico que considere la autolesión como un modo de expresión primitivo y arcaico. Es simultáneamente una manifestación de descontento social, que muestra formas intensificadas de psicopatología adolescente.


Autor: Humberto persano, MD, PhD. Psiquiatra y Doctorado en Salud Mental (UBA). Psicoanalista - Miembro Titular y Analista en Formación y Especialista en Niños y Adolescentes - Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA). Profesor Titular en Salud Mental y Psiquiatría (UBA). Director del Instituto de Psiquiatría Clínica y Salud Mental “Domingo Cabred” (UBA). Jefe de Departamento de Servicios Ambulatorios del Hospital de Salud Mental José T. Borda. Ex Director General de Servicios de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires. Miembro del Comité de Salud (IPA). Revisor - The International Journal of Psychoanalysis (IJPA), desde 2009. Fellow Member College of International Journal of Psychoanalysis (IJPA), desde 2016. Miembro Internacional de la Asociación Americana de Psiquiatría. Miembro investigador – Asociación Psicoanalítica Internacional Conjunta (IPA) y University College London (UCL), 7° RTP, 2001. Colegio de becarios de investigación de la IPA.


 
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